16 febrero 2013

DESDE MI CAMAROTE - 13 de Febrero

Amaneció un buen día, lo que hizo más fácil los trabajos de mantenimiento y puesta a punto del barco de cara al faenar de este fin de semana. Limpieza y atavío del lugar, preparación de aparejos y demás útiles, todos los mecanismos revisados y conformes, más la bodega repleta y la despensa guarnecida y por ultimo alistamiento y adiestramiento de la marinería necesaria para cubrir cualquier servicio que se ofrezca, supervisado por la experta y diligente cadena de mando que me acompaña, ¿o a quien acompaño yo?. Ahora falta la faena. Y que el tiempo nos siga ayudando y casi mimando.
Con todos estos menesteres la mañana paso volando y el estomago reclamaba atenciones que debíamos cubrir, antes de ponernos frente a los papeles, que casi inundan esta estancia, que aun pequeña me hace sentirme libre.

Tras la copiosa y exquisita comida y la oportuna sobremesa regada con buen ron y la compañía de mejores amigos, de pronto observo como los ojos me piden un descanso, y me disculpo ante la necesidad de reflexionar, lo que popularmente se llama “hacer la siesta”, bendita costumbre, que dicen mediterránea, no se si por el clima o por cualquier otra razón, pero costumbre que yo mantengo y respeto.

Una vez tumbado en mi litera, con la mirada en la mar, a través de esa pequeña y curiosa ventana del camarote, que se conoce como ojo de buey, que me permite sentir ese olor especial de nuestro mar mediterráneo, que tanto recuerdos y experiencias me recuerda, entorno los ojos y recuerdo la primera vez, que fondados frente a la preciosa bahía de Santa Pola y en unos momentos de absuelto, decidí bajar a tierra a pasear y estirar un poco estas curtidas piernas y me encontré con un precioso parque, que viajes anteriores no existía y que no solo me llamo la atención, sino que me atrajo hasta él, y al fondo del mismo, una luz realzaba unos chorros de agua, que simulaba una cascada en medio urbano, pero que su melodía me atraía.

Paseando sin prisa y disfrutando del lugar, descubro una placa que justifica el nombre del Parque: “Pepito Gomis Parres, (Realet)” y observándola ensimismado me llega como un susurro, envuelto entre la brisa marina que dice así:

Prudente y discreto hasta en su última despedida,
Exquisito en el trato que dispensaba con respeto.
Paciente y generoso, nunca busco recompensa,
Ilimitado en su servicio para con su amado pueblo.
Tutor y maestro en su vida profesional y política,
Orgullo sentimos quienes te tuvimos tan cercano.

Genio afable y presencia discreta en sus relaciones,
Oídos abiertos y del bien de los demás pendientes,
Mirada limpia de serenidad y buenas sensaciones,
Ingenioso para siempre estar regalando atenciones,
Siempre recordaremos tu sabiduría e ilustraciones.


Se hacia tarde para volver a embarcarme, y no dejar pista de mi salida a tierra, pero no me resistir a acercarme a esa fuente, que además de ensalzar al agua y la luz, parecía invitar al reposo y descanso, al tiempo que provocaba energía positiva, como un surtidor de esperanza, ilusión y ánimos. Una vez allí frente a la fuente, observe un quiosco de madera, del cual otro día les hablare, me sugestione y me fluían ideas, pensamientos, palabras y frases, que quería yo administrar y con ellas construir un sentimiento, pero no tenia tiempo, pues la barca me esperaba para llevarme a bordo, donde pronto se podría notar mi ausencia en mis labores.

Zarpamos con destreza y premura, para con prontitud acercarnos al barco y subir a la plataforma, dirigirme al puente de mando, presentarme y solicitar ordenes par esa noche, aunque sabia de mi no necesidad, pues no tenía turno, ni nadie a quien suplir ni sustituir. Una vez cumplida con la formalidad y sin pasar por el comedor, si por la cocina donde me proveí lo suficiente para acabar el día, me dirigí hacia mi camarote, tome papel y pluma, rellene mi vaso de buen vino, encendí un cigarrillo y di suelta a mi imaginación, y poco a poco, línea a línea, verso a verso, este texto se materializó así:

Labrada en piedra tradicional mas adornada con atrevida aleación,
Armonizas componentes de la naturaleza que merecen admiración.

Fuente, que como antaño, permites el encuentro y la comunicación.
Utilidad y belleza se funden en ti, ensalzando el ingenio de artistas.
Energía positiva desprendes al tiempo que refrescas la ocupación.
Nutres agua depurada y transparente y hasta al azul cielo iluminas.
Testigo de penas y tristezas, además de soplos de amores y pasión,
Encantas hasta el extremo de convertir viento en livianas brisas.

Deleitas a propios y extraños, luciendo obra y función de frente,
Engalanas la zona al tiempo que su sencillez y frescura nos prende,
Liberas a quienes buscan paz y amor, aportando libertad de mente.

Parte de un bello espacio que ofrece: deportes y esparcimientos,
Aduladora con el agua y las flores que en sana concordia conviven,
Radiante suavizas el calor y haces aflorar hermosos sentimientos.
Quiosco agradecido contigo, y que por tu subsistencia se desviven.
Utopia facilitas al modular sinfonías e inspirar bellos pensamientos.
Embelleces el lugar para agrado y gozo de quienes cerca viven.

Rigor y método en el hacer y lo visto hacen una obra de admirar,
Enlazando el signo del agua de la montaña con la fuerza del mar,
Acercando la naturaleza a la humanidad para su delicado amar.
Libertad resumes, al igual que haces respirar simple cordialidad,
Emblema del Parque que compartimos por razones de vecindad,
Tópica leyenda de centralidad urbana se hacen en ti realidad.

El cansancio del día me vencía, la oscuridad de la noche me invitaba a reposar,  la satisfacción por lo escrito y experimentado justificaba la jornada, el ser y la existencia mía, y solo me quedaba desear para la próxima andaza un buen faenar.


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